Los restos faunísticos constituyen indicadores climáticos, bromatológicos y económicos. Las comunidades argáricas aprovecharon la fuerza de tracción de los animales, así como la leche, la lana y la carne. La explotación animal a efectos de la alimentación se basaba en la cría de cabras, ovejas, bóvidos y cerdos. Seguramente los caballos acabaron también finalmente consumidos, a tenor de las marcas de corte observadas sobre algunos huesos. La ganadería era complementada, si bien en menor medida, por la caza de ciervos, corzos, jabalíes y conejos. El consumo de almejas, lapas y berberechos fue excepcional.
El estudio de los restos faunísticos permite reconstruir las actividades de procesamiento de los animales desde que se despellejan hasta que se consumen, pasando por el destripado, descuartizado, desarticulado y descarnado. Gracias a la morfología de los cortes observados en algunos de los huesos, sabemos que para estos fines se utilizaban cuchillos de metal. Al margen de las partes blandas del animal, se atestigua una importante explotación de los mismos como materia prima para la elaboración de adornos y herramientas.
Marcas de corte en un hueso de fauna
El análisis de los restos faunísticos hallados en La Bastida se encuentra en proceso. Una de las líneas de investigación previstas se centra en los huesos depositados a modo de ofrenda en las tumbas. Es posible que la selección de ciertas porciones cárnicas estuviese en consonancia con la posición social del individuo fallecido.