En 1990, cuarenta años después de la última actividad arqueológica sistemática, La Bastida volvió a ser objeto de estudio, esta vez en el marco de una prospección intensiva a lo largo de la rambla de Lébor a cargo de un equipo de la Universidad de Murcia dirigido por Joaquín Lomba Maurandi.
La prospección superficial del yacimiento permitió constatar la abundancia de restos visibles y, así mismo, la importante extensión de las rebuscas clandestinas. Durante estas actividades se localizó en la zona un importante poblado correspondiente al Bronce postargárico, La Serrecica, donde el mismo Lomba realizó excavaciones en 1991 y 1992.